Arqueología Forestal
En la actualidad estamos asistiendo a una redefinición del término patrimonio como resultado de nuevos enfoques. Se aprecia una voluntad de integración de los diferentes elementos configuradores, siendo cada vez más difusa la frontera entre lo natural y lo cultural. La aparición del patrimonio geológico o de la incipiente Ley de Paisaje del País Vasco es una prueba de todo ello. Los espacios forestados –los bosques– han sido un elemento clave en las sociedades pasados, por cuanto han constituido un reservorio de materias primas que ha sido explotado de múltiples formas a lo largo de la historia.
Las huellas de esta actividad son bienes sumamente frágiles y sufren un imparable proceso de desaparición. A este problema habría que sumar los escasos estudios sistemáticos realizados, con lo que se pierde una parte insustituible del patrimonio que rara vez ha sido tenido en cuenta. Sin embargo, aunque resulta materialmente inviable proteger todos estos elementos, sí que es posible documentar su existencia y su localización, esto es, podemos disponer de un documento que nos ayude a valorar cuáles de todos ellos queremos proteger, restaurar y dar a conocer.
Abogamos por el empleo de metodología arqueológica para el análisis y posterior gestión de estos espacios. Por supuesto que la técnica fundamental es la prospección sobre el terreno, pero otras herramientas como la cartografía actual e histórica, la fotografía aérea, las fuentes orales, la toponimia o los testimonios escritos son vitales para el correcto estudio y valoración del entorno, permitiendo documentar multitud de elementos que pasarían desapercibidos de otra forma: árboles trasmochos, jarales, árboles singulares, mojones antiguos, carboneras, seles, ericeras, caleros, neveras, tejeras, ferrerías de monte, antiguas cabañas y refugios, etc.