Intervención en el calero Murua, Zigoitia
La zona de estudio se sitúa dentro del municipio alavés de Zigoitia, en la comarca de las Estribaciones del Gorbea. Más en concreto, este espacio está ubicado dentro de la zona conocida como Montes de Zigoitia, cerca de los núcleos de Murua y Etxaguen, y está comprendido dentro del Parque Natural del Gorbeia. El emplazamiento de los caleros es una ladera –labrada sobre materiales silíceos en su mayoría– expuesta al Oeste, que asciende desde el entorno del Molino de Murua hasta el Alto de la Magdalena, en el cordal que comunica la localidad de Etxaguen (630 m) con la cima del monte Oketa (1031 m). Se trata de un entorno montano, predominantemente forestado con hayas, robles y tocornos, aunque también se intercalan algunos pastizales, brezales, argomales y espinos.
La intervención realizada ha permitido conocer mejor el registro arqueológico y el funcionamiento de un elemento habitual en nuestros montes, aunque casi siempre estudiado desde enfoques más propios de la etnografía. La experiencia muestra la compatibilidad entre ambos puntos de vista, de hecho se realizan cada vez más intervenciones arqueológicas sobre este tipo de elementos (RODRÍGUEZ FERNÁNDEZ, 2013; FERNÁNDEZ CARBAJAL, 2014) En este sentido, los trabajos realizado en la compañía de los miembros de la Abadelaueta Etnografiko Elkartea han resultado enormemente satisfactorios, ya que se ha constatado la gran cantidad de elementos de interés que conserva esta ladera (varios caleros, una tejera, restos de la desaparecida Ermita de la Magdalena, seles, arbolado trasmocho, carboneras, restos de la Guerra Civil,...).
Por otro lado, por seguridad y con el objetivo de garantizar la perdurabilidad de los caleros únicamente se ha excavado lo imprescindible para entender el funcionamiento del conjunto. Como contrapartida, carecemos de una datación precisa en cuanto a su uso, aunque tipológicamente se corresponde con un tipo de elementos muy habituales entre los siglos XVIII y principios del XX.
La utilización de la cal ha estado vinculada tradicionalmente, entre otros usos, a la construcción (argamasas y enlucidos), a la desinfección, a la conservación de alimentos y a la agricultura, tanto como fertilizante como para combatir plagas de insectos. En el País Vasco la generalización de estos pequeños caleros de monte para un uso prácticamente familiar está vinculada a la extensión del maíz en la mitad septentrional del territorio. Si bien la llegada de este cereal americano se produjo entre finales del siglo XVI y mediados del XVII, fue a partir del siglo XVIII cuando las élites ilustradas recomendaron combatir la acidez y el agotamiento de los suelos con el encalado (MARTÍN, 1997: 235). A parir de este momento se popularizaron los caleros en nuestros montes. Así, aunque quizás el calero más conocido del Parque Natural de Gorbeia sea el situado en el entorno del Puente Blanco (Sarria) –con una potente obra de mampostería–, la tipología de hornos para cal más generalizada en la zona es la que se corresponde los elementos intervenidos en esta limpieza, caracterizada por un simple agujero en el terreno, situado a media ladera.